penacho

- Morresi
- ¿Señor?
- Dígale a Lorna que sirva la brótola, déle de comer al mirlo y acomode las borlas enredadas del cortinado.
- Señor, usted me acaba de indicar que Lorna debía viajar a buscar ensaimadas para su desayuno, y que además desplume al mirlo.
- ¿y las borlas Morresi?
- no indicó nada al respecto Señor.
- Morresi... Morresi. Nunca nunca nunca entramos dos veces al mismo río. Haga todo lo que indiqué, ah... y no olvide matar a Lorna.
- ¿antes de la brótola Señor?
- Mmmorrresi, hágame el bien: no me agote.

Sonaron tres golpes; se miraron y Barrales asintió. Aunque Morresi abrió la puerta, Ferraresi no se atrevió a cruzar aquella raya de sentencia: apoyó el pimpeza en el suelo, dobló el potola cuidadosamente en cuatro y lo depositó arriba de la antaña caja de madera de forma que no toque el suelo. Entonces Ferraresi susurró
- Señor, le suplico.
- Vaya Ferraresi vaya, por hoy tengo bastante.

Desde el fondo de la casona se escuchó, otra vez, aquella voz prorrumpida cargada de tabaco. Pernía gritaba. No toleraba con facilidad aquellos caprichos de Lorna con el mirlo.

- Morresi...
- ¿Señor?
- Both...
- Ah... uhh...