
una de las cosas que más me gusta de hacer zazen (también aplica a muchas otras actividades) es que la metáfora, en tanto recurso, queda considerablemente acotada.
por ejemplo, en zazen, dos palazos a los trapecios es eso: dos palazos a los trapecios.
diez bastonazos es eso: diez bastonazos.
sentarse en silencio frente al muro, es eso, exactamente eso. a veces una hora, a veces 10 minutos, 2 horas cuarenta, y la mayor de las veces en la práctica cotidiana, una hora con 15. Pero sentarse, sentarse y respirar es eso.
En zazen, entrar al vacío es eso. Es eso.
Pero "eso", el maestro de mi maestro decía que era "entrar a la mortaja". aún presente, la metáfora se absorbe con los huesos, con las rodillas, con la panza, con el mentón, con el perineo, con la coronilla. no hay metáfora fuera de la práctica en zazen.
en zazen entrar al vacío es eso. es entrar al vacío.
al final de cada zazen, se recita un "sutra" -digamos una enseñanza de Buddha- que se llama Maka Hannya Haramita Shingyo. Al final de ese sutra, la última oración dice "Gya tei gya tei hara gya tei hara so gya tei bo shi so wa ka... hannya shingyo" y siempre que esa parte llega me invade una emoción intensa y extraña, porque ahí dice "vamos juntos vamos juntos más allá, más allá del más allá de la orilla del satori". y así y todo, así y todo si vos no estás no importa. no importa. no importa. no importa.
Seguramente hay muchos muchos muchos otros lugares en donde la metáfora tiene este lugar así de acotado. seguramente. sucede que yo no conozco muchos otros.
Gasshoooo